El Camino de Santiago de Campanilla.

Para mí la soledad es algo que no se busca, te la encuentras; estar solo, que es más importante, es saber estar contigo mismo: escucharte, disfrutarte, aceptarte,… y sólo así podrás mostrarte tal como eres, naturalmente, sin fingir.

Quiero contaros una experiencia única que he vivido esta Semana Santa de 2010 recorriendo en solitario 135 kms del Camino de Santiago (de Lugo a Santiago) durante 6 días. Llevo con Juan ocho años de muy feliz relación, conviviendo desde el primer día. Comento esto como antecedente para deciros que no hay que estar soltero para decidirte a hacer algo en solitario, simplemente porque quieres cumplir una ilusión, una promesa, probar algo nuevo,… cada uno elige su causa para lanzarse a una aventura en solitario.

Yo siempre tuve la ilusión de hacer el Camino de Santiago por motivos espirituales, pero esta vez se añadía otra situación. Venía de una época personal muy difícil y de mucho sufrimiento. Necesitaba aislarme del ruido diario y sumergirme en el silencio de la naturaleza para ordenar todo lo vivido, aprendido y, muy especialmente, divertirme conmigo y ser buena amiga mía. Por todo ello es por lo que elegí hacer el Camino Primitivo, el tramo más desconocido de esta ruta milenaria.

Cada vez que recuerdo el Camino de Santiago desde el momento en que cogí el autobús a Lugo, me invaden mil sensaciones positivas que me arrancan, ya no una sonrisa de felicidad, sino de orgullo de ver cómo viví día a día con mi compañía, el ruido del bosque, el pisar de mis botas, el golpeteo del bastón, la gente autóctona de los pueblos más recónditos, con el resto de peregrinos,… El viaje me lo organicé yo sola y cada día tomaba decisiones importantes para que todo llegase a buen fin.

Para mí hubo momentos muy críticos: físicos y psíquicos. Físicos, porque al estar poco acostumbrada a caminar 22 km diarios, al final algo te pasa factura, en mi caso una rodilla y las ampollas en los pies, pero no me detuve. Yo siempre he sido muy quejica y, ya veis, más despacito y con fuerza de voluntad, llegué cojeando a la Plaza del Obradoiro. Psíquicos, porque cuando el cansancio hace mella, la lluvia borra el camino y no te deja ni mirar al frente, la humedad te cala en los huesos y te dan calambres en brazos y piernas,… tienes que pedir a tu cabeza que no te mande señales erróneas de “abandona”, “cógete un taxi”, “pero ¿qué haces tú aquí?” y empezar a cantar esa canción que tanto te gusta y que Juan te cantó al oído mientras te despedía en la estación de autobuses, llamarle para que te diga esa frase que tanto te anima de “eres un tigre” y, por qué no, llorarle un poquito para desahogarte. Por eso digo que lo que siento es orgullo al mirar atrás y recordarlo, porque jamás pensé que llegase a ser tan duro en algunos momentos y que iba a salir tan airosa de todo: que cojeando y con mucho dolor no paré hasta el final, de ser generosa de corazón y recibir cariño y bondad de los compañeros anónimos de viaje, de llamar a la puerta de una casa en frío para pedir ayuda y no saber qué te vas a encontrar,…

Solamente soy capaz de evocar los buenísimos momentos y esa sensación de plenitud desbordante mimetizada con la magia del bosque y del Camino.

Aún hoy recuerdo la última luna que me acompañó de madrugada en mi último día y cómo, después de llover intensamente durante varios días, al llegar al Obradoiro y reencontrarme con Juan, lucía el sol.

Silvia Gutiérrez

Mi blog en www.neverlandadventures.com “El Camino de Santiago de Campanilla”

Viajar solo? Sí, pero mejor acompañado?

Últimamente hay mucha gente que tiene problemas a la hora de viajar. Hoy empezamos a plantearnos algo nuevo hasta ahora. ¿Y si lo hago solo? Lo cierto es que con los horarios que tenemos (no todos podemos viajar en navidades o verano), la dificultad de encontrar en muchos momentos con quién realizar un viaje o simplemente la variedad de destinos que existen, están haciendo que cada vez suene menos extraño, el decir, me voy solo de viaje.

Ante esta pregunta surgen varias dudas, no todos los destinos son»recomendables»para esta forma de viajar.

Dentro de esta variedad hay dos formas muy distintas, me voy solo o me voy solo, pero dentro de la seguridad de un grupo, con gente que viaje sola.

Yo he viajado de estas dos maneras y creo, que dependiendo del tipo de destino o incluso de nuestra propia personalidad, sexo o experiencia a la hora de viajar, hay que meditarlo con mucho cuidado. Siempre se puede empezar con una idea y acabar con otra.

Hay veces que la naturaleza nos da grandes lecciones y esta puede ser un claro ejemplo.

La soledad

La soledad no avisa, ni espera, ni comprende, ni abriga…

No es un estado, es una oportunidad, la única que tenemos para conocernos a nosotros mismos, desnudos, desprotegidos, sin interferencias. Nos ocupamos tanto de conocer y opinar sobre los demás que olvidamos hacerlo sobre nosotros mismos. En soledad nos escuchamos y nos preguntamos, nos liberamos de grilletes y ataduras y nuestra propia identidad sale a flote sin disfraces. No podemos vivir con ella ni sin ella. Aunque pueda parecer extraño, es imprescindible para valorar la compañía de la misma manera que el silencio es la nota musical indispensable para componer una pieza, sin silencio no hay música; sin soledad, no hay vida. De ella se nutren la intimidad, la esperanza, los deseos, las fantasías, los errores y los aciertos, la libertad, el sueño, el dolor y el coraje, la venganza y el perdón. Es la esencia de todo cuando la elegimos y el peor de nuestros males cuando llega sin aviso.

Mar.

Qué me gusta hacer solo y que acompañado?

solo acompañado
viajar viajar
cocinar comer
ir al cine tumbarme en el sillón a ver una pelicula
caminar lloviendo tumbarme delante de la chimenea
correr caminar
montar a caballo esquiar
dormir la siesta dormir
meditar salir de copas
ducharme bañarme en el mar
descansar divertirme
recibir malas noticias ecibir buenas noticias
cuidar la huerta comer lo que da la huerta
ir al médico ir a un concierto

Santiago