Marrakech es la esencia de Marruecos, un cóctel perfecto para excitar los sentidos, es monumental y viva, con mercados y zocos bulliciosos, es moderna pero es tradicional en su forma de vida y el reflejo de todo esto lo encontramos en la famosa plaza Djemma el-Fna, declarada, “Patrimonio de la Humanidad”. En nuestra ruta cruzamos la majestuosa cordillera del Atlas para entrar en el Valle de las Kashbas, elegantes fortalezas de adobe que se salpican en pequeños oasis, en un paisaje árido, antesala del desierto del Sáhara y que contrastan con las cumbres, a veces nevadas, de la gran cordillera. Desde lo alto de la gran duna de Merzouga, en el erg Chebi, la puesta y la salida del sol sobre los inmensos campos de dunas, será una de las imágenes que permanecerán en nuestra memoria viajera. Desde allí nos dirigimos hacia el oeste y dejando atrás Taraudant llegamos a la costa atlántica en la ciudad amurallada de Essaouira.
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