La soledad

La soledad no avisa, ni espera, ni comprende, ni abriga…

No es un estado, es una oportunidad, la única que tenemos para conocernos a nosotros mismos, desnudos, desprotegidos, sin interferencias. Nos ocupamos tanto de conocer y opinar sobre los demás que olvidamos hacerlo sobre nosotros mismos. En soledad nos escuchamos y nos preguntamos, nos liberamos de grilletes y ataduras y nuestra propia identidad sale a flote sin disfraces. No podemos vivir con ella ni sin ella. Aunque pueda parecer extraño, es imprescindible para valorar la compañía de la misma manera que el silencio es la nota musical indispensable para componer una pieza, sin silencio no hay música; sin soledad, no hay vida. De ella se nutren la intimidad, la esperanza, los deseos, las fantasías, los errores y los aciertos, la libertad, el sueño, el dolor y el coraje, la venganza y el perdón. Es la esencia de todo cuando la elegimos y el peor de nuestros males cuando llega sin aviso.

Mar.

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